¿Qué necesitan nuestros hijos? Necesitan que nos preocupemos por ellos, sí, pero va a llegar una etapa en la que esto no alcanza. Lo que necesitan nuestros hijos es el apego seguro. El apego se forma desde que nuestros y nuestras bebés estén en los brazos de su mamá. Para esas pequeñas personas su mamá es como si fuera una extensión de sí mismo, como si fuera un objeto que puede controlar. Lo anterior hace que el bebé sea un ser indefenso, cuyas necesidades deben ser cubiertas por figuras adultas, entonces cuando la mamá se desaparece así sea un segundo al o a la bebé les causará una ansiedad muy intensa, y es algo que a veces las y los adultos no podemos entender con tanta facilidad.
Sin embargo, vamos a definirlo de manera más formal para que quede más entendible para todas las mamás y papás.
¿Qué es eso del “apego seguro”?
El apego es conocido como un vínculo, que permite que nuestros hijos afronten las dificultades que tienen cada día y que nosotros como padres no las anulemos, sino que los acompañemos para que puedan vivirlas mejor. El apego es definido como amor, aceptación, estabilidad y seguridad y puede ayudar a instalar en los niños: sentido de competencia, sentido de autonomía y sentido de identidad.
Pero no existe solo el apego seguro, existen diversos tipos de apego, como el apego inseguro en el cual el o la bebé lloran cuando la figura de apego se va y sienten que su pequeño mundo se destruye porque la mamá no le brinda la seguridad necesaria para que pueda afrontar ese pequeño momento solo, al contrario piensa que no va a volver nunca su mami.
Otro tipo de apego es el apego ambivalente, en el cual también existe ansiedad, pero al mismo tiempo agresividad y a veces desinterés, en este tipo de apego el o la bebé también suele sentirse muy mal cuando la persona que está cuidándolo se va.
Por otro lado existe el apego evasivo, en el cual el o la bebé reaccionan de manera realmente desinteresada cuando la figura de apego se va. Sin embargo por dentro sienten que también se les desmorona su mundo.
Y quizá con pequeñas cosas no sepamos si estamos fomentando algún de ese tipo de apego, el cual será para toda su vida, el que hará que reaccione de determinada manera en sus relaciones afectivas. Así que aquí te mencionamos pequeñas cosas que fomentan un apego seguro en tu pequeña o pequeño:
Mensajes negativos y positivos
Como padres podemos estar dando mensajes que no son los ideales. Estos están catalogados como “negativos” y los dividió de acuerdo a los tres sentidos que se desarrollan con el apego.
Los mensajes negativos que pueden atentar contra el sentido de competencia y de autonomía son:
•“¿Cómo les fue a los demás en el escrito?”
•“Lo hago yo para que te salga bien”
•“No digas tonterías”
•“Eso no es así”
Nada de lo que nos comentan debería ser catalogado como tonterías y menos ser comparado con lo que a nosotros nos pasa día a día en nuestra vida de adultos.
Los mensajes positivos que alienten el sentido de competencia y el de autonomía deberían ser:
•“¿Estás satisfecho con tu resultado?”
•“Qué genial lo que hiciste”
•“Muchas gracias”
•“Es una buena idea”
•“Intenta tú”
•“Seguro te sale”
No se deben anular sus ideas en el mismo instante en el que nuestros hijos nos las comentan, sino valorarlas y luego explicarles por qué algunas no pueden ser llevadas a cabo.
Podemos poner en riesgo el sentido de identidad de nuestros hijos en mensajes como:
•“Ya me cansé de ti”
•“Pareces sordo”
•“No se puede contigo”
•“¿Te haces el vivo?”
•“Siempre haces todo mal”
•“¿Eres tonto o te haces?
A través de palabras como “siempre” o “nunca” dejamos paralizado al otro. Es por eso que debemos intentar sacarlas del lenguaje y si las pronunciamos pedir perdón. Disculparnos con nuestros hijos no nos hace ser menos padres; admitir que nos equivocamos nos hace ganar autoridad, en vez de perderla porque nuestros hijos no nos ven solamente como “padres” sino también como personas.
Para poder ayudarlos a desarrollar un mejor sentido de identidad, debemos dejar que dentro de casa tengan la libertan para expresar sus emociones. El hogar es el lugar para que nuestros hijos lloren, rían, se enojen. Aceptemos todos sus sentimientos y que el enojo no esté prohibido.
Vínculo a través del tiempo
Nuestra casa también debe ser el lugar donde se estimule la espontaneidad y el juego. Pero el juego supone que nosotros como padres juguemos con ellos. Para eso lo que necesitamos es más tiempo.
Un estudio realizado hace dos años develó que, en promedio, los padres estamos 49 minutos por día con nuestros hijos. Esto incluye, la hora del baño, de cenar y de irse a la cama. Es decir, luego de un día entero de trabajo, llegamos a nuestra casa y compartimos menos de una hora con quienes más queremos.
El mismo estudio señaló, además, que dos de cada tres niños prefieren estar más tiempo con sus padres que ir a un parque de diversiones. Como papás, debemos tratar de dedicarle más tiempo a nuestra familia. Es verdad que la calidad del vínculo importa, pero para que exista debe haber cierta cantidad de tiempo. Muchas veces por darles lo que no tenemos, no nos queda tiempo para darles lo que sí tenemos. Porque, al fin y al cabo, lo que de verdad necesitan los hijos es a sus padres.